sábado, 6 de octubre de 2007




Dialogando con los aislados

P. Santiago Echeverría, OP
Misión de Timpía


Aunque alguna vez he escrito sobre mis encuentros con los
aislados del Alto Timpía. Quiero ahora presentar un resumen de estas
experiencias que ya la memoria no se anima a guardar. No se trata de una
entrevista. Las que hacen a los nativos nos me parecen muy fiables. A veces las
veo publicadas en artículos y libros de antropólogos como queriendo afianzar sus
importantes investigaciones, pero he podido observar que las mismas entrevistas
a los mismos interlocutores, días más tarde, reciben propuestas contrarias.
Cuando pregunto a los paisanos cómo pueden darse tanta diferencia, contestación:
Ya nos aburren con tanta pregunta.
Voy a transcribir una conversación, una
especie de tertulia, sobre una serie de preguntas sueltas, sin mayor ilación
unas con otras, participan en un ambiente sosegado, con una gran confianza
siempre hablando en lengua materna.
Los dos nativos no contactados de Marentari, José y Marcos,
nombres que acaban de estrenar junto con sus prendas de vestir, Teodoro y su
grupo de Kimaroari, varios machiguengas de Timpía, destacando la presencia del
Profesor Jesús Maonte y el guía Jorge. Mis preguntas las recibe Teodoro que
habla el machiguenga con las mismas diferencias y particularidades de los dos
aislados.
Resulta imposible y hasta desacertado hacer una traducción literal, por eso resumo la trascripción que Teodoro, Jesús y Jorge me van diciendo.
Empieza nuestra tertulia.
Teodoro: Para vosotros, ¿Quien es Tashorinchi? (El Dios MAchiguenga)
José y Marcos: (Al unísono) No es nada
Teodoro: Repite la pregunta
José y Marcos: No es nada
Todos: Hablan sobre la palabra, su significado, a qué se aplica, las diferencias en los distintos grupos, etc.
Teodoro: Repite la pregunta sobre Tashorinchi
José y Marcos: El oso blanco
Jesús: Explica que no tiene relación con ningún animal sagrado. Los antiguos hablaban de un osito blanco que nadie conoce. Está claro que de Dios, de Dios personal, los de Marentari no tienen ni idea.
Teodoro: Vuestro grupo de Marentari, ¿Qué hace con los muertos?
José y Marcos: (a la vez) Al río, lo tiramos al río
Teodoro: No tiren al río que yo bebo agua más abajo
José y Marcos: Se ríen largamente y dicen a Teodoro: tú eres nuestro paisano y también tiras los muertos al río.
Teodoro y su grupo se ríen porque así hacían antes, pero ahora no.
José y Marcos: Dejamos a los muertos en la orilla del río, entre las rocas y las raíces de los árboles. Por la noche vienen los espíritus y se los llevan
Todos: Están de acuerdo, lo ven normal porque así lo hacían los antiguos machiguengas. (Sin duda esta presencia de los espíritus ante la dura realidad de sus muertos, nos hace pensar en una riqueza espiritual de estos pueblos primitivos. Para nosotros, los animales carroñeros trabajan como espíritus
encargados de la baja policía)
Teodoro: ¿Por qué muere vuestra gente?
Marcos: Brujería
Teodoro: Y los accidentes, enfermedades…
Marcos: Mi vecino se cayó del árbol, estaba poniendo trampa a los pajaritos. El árbol estaba embrujado. A otro paisano le hizo mal el pescado y se murió de diarrea. El pescado estaba embrujado.
Todos: Cambian experiencias entre ellos sobre enfermedades y otras causas que ocasionan la muerte. Ante lo desconocido, acuden con toda naturalidad a la brujería, una realidad complicada, difícil de identificar, pero poderosa.
Teodoro: Nosotros que hemos venido de vuestro poblado de Marentari, sólo tenemos una esposa.
Marcos: Mi segunda esposa es viuda. Murió su esposo y mis paisanos me encargaron cuidar de ella y de sus hijos, por eso es mi esposa.
Todos: Hablan de las antiguas costumbres machiguengas que aún se conservan en el aislado rincón de Marentari (siete días caminando desde Timpía). Los curacas solían tener varias esposas, en el caso de Marcos, los motivos de su poligamia son más virtuosos que los del santo rey David.
Jorge: Recuerda a Marcos y José que en su visita a Marentari, en el momento de despedirse, sus paisanos más respetados – Mauro y Francisco – se sintieron confiados y les contaron que vivían angustiados, con mucho miedo, porque inesperadamente se presentaban sus paisanos de Montetoni y Shinkeve y les robaban todos sus útiles, sus animales domesticados, arrasaban sus platanales.
Marcos: Es verdad, tenemos mucho miedo, una vez se llevaron a una muchacha. Quieren que vayamos con ellos a Montetoni y Shinkeve, pero no queremos. (Este relato lo cuentan los gringos de Montetoni, pero bastante "arreglado". Pienso que dentro de la Tesis del P. Ricardo estos grupos son los más aislados de todo el mundo, pero siempre tienen contactos, más de los que podemos suponer. Esta incursión violenta de sus propios paisanos es una ventana abierta, muy importante, hacia otra realidad)
Teodoro: ¿Viven vuestros padres?
Marcos y José: (En este momento, ambos se sienten entristecidos, angustiados, recordando hechos muy desagradables) Fueron asesinados en Inkonene. Vinieron los Kugapakoris del Alto Timpía y mataron a pequeños y grandes con flechas y piedras y tiraron los cuerpos al río. Ahí murieron nuestros padres. Se llevaron a algunas mujeres. Algunos niños corrimos al monte y, escondidos, vimos toda la matanza. (En un momento del relato, ambos se levantan y describen toda las terribles escenas con ademanes, gestos y mímica. José nos representa la figura del jefe de los kugapakoris, el más alto y fuerte de todos. El dirigía la matanza)
Todos: Mantienen un diálogo largo, muy vivo y emotivo, sin la menor intención de crear respuestas inducidas y seguros de que no se trata de un relato muy antiguo, reconstruido por la imaginación y fantasía de Marcos y José. Al examinar los detalles del relato, calculan que este triste suceso ocurrió hacia el año 1990-1992. Marcos tendría 16 años y José 8, aproximadamente. Los pocos supervivientes bajaron a vivir a Marentari.

Siguieron conversando de otros temas, siempre con toda confianza, como paisanos
que tienen tantas cosas en común. Mi primera conclusión, muy clara, es que José
y Marcos son dos buenas personas. Su vida aislada con características
primitivas, sin que esta expresión tenga sentido peyorativo, en nada disminuye
su agilidad intelectual, sus razonamientos normales. Se sigue, por tanto, que
todo lo que impida, recorte, empobrezca el ejercicio de sus valores personales,
como el don maravilloso de su libertad, es una gran injusticia. La Reserva o
"Conserva" Nahua – Kugapakori es mala; nos recuerda a las jaulas del zoo. Este
invento del Estado no es un buen servicio a los derechos de nadie.
Como
testigo de la conversación o tertulia de los machiguengas de Timpía, Kimaroari y
Marentari, en un ambiente de sencilla confianza y amistad, no puedo aceptar la
tesis del colectivo conservacionista que considera extraños a todos los nativos
que viven como vecinos de los no contactados y se empeñan en afirmar que todo
contacto es forzado y debe evitarse. Totalmente absurdo. Toda persona por ser
persona – no objeto de museo – es libre de visitar a cualquier persona y
compartir su amistad con ella. Todo aislado, por ser persona, tiene derecho a
invitar a sus semejantes para que visiten su hogar y conozcan a su familia. Las
normas legales que nieguen o recorten este derecho son injustas, van contra su
libertad y no obligan a nadie.
Está el tema de las muertes causadas por
accidentes, enfermedades no contagiosas, masacres de los Kugapakoris. Ni el
Ministerio de Salud, ni las ONGs y otras instituciones afines que forman el
colectivo conservacionista suelen consignar en sus estadísticas, con claridad,
estas muertes. Los gringos de Montetoni tienen la manía, la obsesión, de culpar
a los misioneros dominicos de llevar infecciones y epidemias a los no
contactados. Y sienten terror al pensar que les llevamos el "contagio
evangélico" y les decimos: "nuestro buen Dios es un Padre compasivo, nos ha
regalado a su Hijo.

Relato del Padre Santiago, es una de los documentos enviados por el Centro Cultural José Pío Aza, ante diversos pronunciamientos producidos en los últimos meses que cuestionan el contacto de los misioneros con poblaciones de indígenas, los misioneros dominicos se han visto precisados a presentar algunas reflexiones y hechos concretos ante la opinión pública.

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