domingo, 23 de octubre de 2011

Mesa redonda sobre el patrimonio etnográfico y arqueológico de San Martín

La región San Martín tiene 176 sitios arqueológicos reconocidos oficialmente por las autoridades, de las cuales seis se encuentran en la provincia de Tocache, indicó el arqueólogo Cristian Hidalgo López durante una mesa redonda: Importancia del patrimonio etnográfico y arqueológico de San Martín.


El especialista enfatizó que incluso se ha declarado como zona de reserva el distrito de Shunté, donde se ubican los petroglifos de Los Trojas, sitio que forma parte de la Sociedad Arqueológica del Gran Saposoa. El centro está ubicado entre los centros poblados Montecristo y Nueva Belén.

Hidalgo López detalló que en el Gran Saposoa existirían 50 mausoleos, y su extensión sería mayor a la del complejo arqueológico de Machu Picchu pero que aún no está explorada. Sin embargo su puesta en valor correría peligro porque se debate la posible construcción de una trocha carrozable desde Shunté (Tocache) hacia Pataz (La Libertad).

Explicó que las autoridades ediles deben poner mayor interés en revalorar la riqueza etnográfica, no solo de la fiesta de San Juan o el juane (gastronomía), sino el uso tradicional del ayahuasca y de la hoja de coca reconocidos oficialmente como patrimonio cultural y nacional.

La coordinadora del proyecto Cultural, Yolanda Rojas Vargas, explicó que esta actividad fortalece la red de comunicadores culturales que se ha formado con el proyecto y con quienes se promoverá una campaña sobre la interculturalidad, con el fin de lograr inclusión social en la región.

En la mesa redonda desarrollada en Tocache también participaron el arqueólogo Segundo Vásquez, docente de la Universidad Nacional de Trujillo y el sociólogo Leonidas Casas Ballón.


Sitio arqueológico en Shunté estaría en peligro si abren 

trocha hacia Pataz




Fuente Info Región. Agencia de prensa ambiental

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COMUNICACIÓN EN EL PERÚ: HACIA EL DIÁLOGO INTERCULTURAL


Heinrich Helberg Chávez

Todo ser humano está destinado a vivir en sociedad para desarrollarse plenamente. Sin embargo, cada componente de una sociedad es un ente individual con características e intereses propios, que muchas veces difieren de las de los demás.  Esta diversidad, puede resultar enriquecedora si se sabe aprovechar, pues de lo contrario es una fuente persistente de conflictos, que pueden llegar a elevados niveles de violencia. A modo de ejemplo, siendo el Perú un país con una gran diversidad cultural, étnica y lingüística, estos factores han sido, paradójicamente, desfavorables para su desarrollo, pues han determinado el enfrentamiento de los diversos grupos sociales existentes en él. Este problema parte de la falta de conocimientos, habilidades y actitudes para la comunicación intercultural, la cual resulta necesaria para garantizar la cohesión en el Perú y su integración en paridad al mundo.

Para comenzar a introducir este diálogo intercultural como un recurso comunicativo fundamental para cada persona y para la cultura política del país, debemos identificar los principales aspectos de la problemática comunicativa de nuestra sociedad, tales como, el desconocimiento e incomprensión entre las culturas, la colonización mental, el discurso político devaluado, la sociedad excluyente, la anomia, el problema de la pedagogía en el Perú y el antropocentrismo – diálogo interespecífico distorsionado. En estas breves líneas desarrollaré el primero de estos aspectos, por cuanto considero que es el primordial.

Desconocimiento e incomprensión entre las culturas. El Perú es un país que sufre las quiebras culturales como un destino inmanejable. Las quiebras de sentido se sienten en la vida cotidiana, en la etiqueta personal, las formas de interacción más elementales, en las distintas maneras de comer, vestirse e interactuar. Basta salir a un restaurante para ver que en el Perú coexisten distintas formas de servirse comida y de prepararla. Lo que en un contexto es regla u obligatorio, como pedir una carta en un restaurante urbano, en el campo es otra cosa, allí hay almuerzo, y preguntar qué hay es como meterse en la cocina de una casa privada para destapar ollas: una intromisión indeseada. 

Todas estas diferencias culturales hacen que la vida cotidiana sea tensa y cargada de agresiones hacia el otro, que nos parece que no cumple o no sabe hacer las cosas como debe ser. Es decir, que no hemos caído en cuenta que hay una diferencia entre incapacidad o falta de voluntad para cumplir con ciertas reglas, con el reconocimiento que hay distintas reglas en juego, y que cada uno las está siguiendo y por eso no hay comprensión. No podemos poner los actos de los otros y expresiones en su contexto propio y por eso no los entendemos. Nos parecen de otro mundo o de una incapacidad total – y nos agredimos e insultamos. Ese es, por ejemplo, el cotidiano en la vida de parejas que tienen distintas culturas y que lo notan en la manera cómo llevan su vida íntima o cómo freír un huevo o colocar la escobilla de dientes en un vaso. En consecuencia, no sabemos manejar los problemas culturales, cuando están en juego distintos juegos de reglas. Por eso, nos defendemos del otro. Y los juegos de reglas crean expectativas que se frustran y generan frustraciones y agresiones. Tampoco hemos desarrollado la madurez emocional para interrelacionarnos con el otro, y soportar las diferencias sin sentirnos agredidos. En todo este intercambio social hay una comprensión intelectual en juego, pero también hay una comprensión emocional, y finalmente muchas veces se mezcla poder y manipulación. Cada una de estas esferas de sentido sigue reglas propias.

La salida del atolladero empieza por reconocer que se trata de un problema de reglas, un problema cultural, y no de un problema personal, de incapacidad. Eso ya permite respetar al otro en la diferencia, reconocer que es distinto. El siguiente paso es desarrollar las habilidades para entenderlo. El diálogo intercultural es una competencia que puede aprenderse. Hay claro que aprender a escuchar, a relacionar, a ser transparente y abrir todas las cartas en juego, a dejarse corregir por el otro, si uno va mal. Es más, a pedir que nos corrijan y expliquen. En el diálogo intercultural no se trata de ganar una partida, ni de imponer nuestra opinión, se trata de entenderse. Y eso requiere construir para uno el marco de referencia del otro para reconocer el sentido de lo que el otro dice y hace contra ese marco referencia. Por eso el diálogo intercultural es un tipo de diálogo en el que no solo está en juego el tema del que se habla, sino las reglas culturales que sirven de marco de referencia para nuestras acciones y formas de expresarnos. Eso significa que hay que averiguar las reglas culturales del otro y esa es una averiguación gramatical, que es un poderoso instrumento para entender las diferencias culturales.

Pero no basta saber las reglas de juego del otro para entenderlo, hay que conocer las razones y el por qué actúa así o asá. Si alguien le habla a la enfermedad para que se vaya, no basta para entender, saber lo que hace en esos casos, queremos saber cómo funciona, la lógica detrás, entender el mecanismo cómo es factible la curación. Y eso requiere saber mucho más que las reglas con las que actúa la persona en su cultura. Puede muy bien ser el caso que los involucrados sepan cómo hacerlo y allí acaba su conocimiento, pero no tengan ninguna explicación sobre cómo funciona.

Pero todos sabemos que averiguar el trasfondo de las costumbres nos pone también a nosotros en juego, porque las culturas han tomado decisiones por nosotros, y son como la telaraña por la que nos movemos, nos ponen opciones. Pero una vez que optamos por un enfoque intercultural, ingresamos a un nuevo tipo de diálogo y de interrelación humana, un discurso acerca de los patrones culturales, que es un diálogo acerca de la lógica de acción humana y no sobre hechos concretos. Entonces, tanto la una como la otra cultura representan opciones distintas en las maneras de hacer las cosas. Este discurso nos permite superar el enfrentamiento entre culturas. Ya no es así que mi cultura es la correcta o la verdadera y la otra la falsa, sino que solo representan unas cuantas opciones entre toda una gama de opciones posibles. Entonces, mi actitud hacia las diferencias culturales cambia y empiezo a reconocer el valor de la diversidad y a apreciar la diversidad cultural como un ingrediente enriquecedor de la vida. Es así como empieza el pensamiento político, el ponerse en la piel del otro, y por lo tanto empiezo a entenderlo, pero también a sentir empatía, que ya no es algo solamente intelectual, sino emocional. Es decir empieza una forma de comprensión más cabal.

Este doble movimiento de una cultura a otra nos permite comprender, negociar soluciones y madurar emocionalmente. Finalmente podremos movernos en distintas culturas, si ese es nuestro ideal o tarea, o sino optar por una conclusión menos radical, como un enfoque histórico. Distinguiremos también nuestras posibilidades de comprensión individuales del diálogo que llevan las culturas entre ellas, digamos así, por encima de nuestras cabezas – un diálogo que caracteriza a una época de la humanidad en los términos en que se lleva. Porque muchas posibilidades de comprensión dependerán no solo de nuestras habilidades personales, sino del esfuerzo social invertido en la compresión del otro: del esfuerzo de mucha gente trabajando en el mismo sentido, como ocurre a tramos con el trabajo científico. Y es aquí, claro donde el Perú falla totalmente. La educación peruana no prepara para la comprensión del otro, no nos da la información e instrumentos que existen y están disponibles en el mundo, por lo tanto estamos abandonados a nuestras fuerzas, y éstas no alcanzan. Por eso el racismo y el etnocentrismo no son problemas individuales, son problemas sociales, de manejo del conocimiento. Y en la sociedad peruana se manejan más prejuicios, que juicios, la información es poquísima y mal intencionada, aunque obviamente está a disposición de todos en los centros de investigación, pero no en la imaginación colectiva. Allí prevalecen prejuicios como que el indio es flojo, o que su sociedad es colectivista, etc.

Distinguir los procesos comunicativos de las manipulaciones de poder es algo que podemos hacer en la abstracción, pero la realidad es suficientemente compleja como para mezclar los problemas de poder y los comunicativos, inclusive allí donde el poder se disfraza de buena fe, pero eso no significa que no se dejen analizar y separar y tratar cada uno a su manera.

El resultado es que el dialogo intercultural y el desarrollo de esta competencia es básica para el ser humano, en un país multicultural es esencial para lograr alguna cohesión social, pero por encima de eso es un ejercicio en el discurso sobre los modelos lógicos de una y otra cultura – un tipo de discurso nuevo que nos permite decidir cómo queremos ser, en lugar de ser víctimas de la determinación social, - es un ejercicio en autodeterminación de la humanidad y marca el inicio de una nueva época. La cultura propia ya no es un destino, sino una opción que tomamos deliberadamente. Ya los sistemas políticos, guerras y sistemas económicos no son designios de una fuerza superior sino algo que escogemos y deseamos.

Este enfoque toca como es de esperar fibras íntimas, desde la identidad sexual, la autocomprensión personal, el concepto de vida, las formas de convivencia, los conceptos éticos, las creencias – todo está en juego y ya nunca será como antes. Si pensamos, por ejemplo que siempre podemos medir si algo es bueno o malo, habrá que recordar que hay culturas que tienen otros valores  para medir la vida o que usan del bien y el mal de otra manera.

Entre las culturas peruanas, por ejemplo, los Matsigenka, tienen un creador tasorintsi que establece lo perfecto y un personaje que desarregla lo perfecto y genera lo imperfecto. Traducir la diferencia como una entre el bien y el mal, dios y el diablo, sería una traición. Porque la distinción apunta a lo perfecto/imperfecto en esa cultura, y los Matsigenka conocen efectivamente a modelos lógicos de su forma de vida, los Matsigenka que viven en jardines celestiales. Y así podemos pensar que también en nuestra cultura existe esa opción, junto a lo correcto/incorrecto, normal/anormal, ordinario/ extraordinario, pero en el cristianismo popular se usa el bien y el mal como regulador social, lo que tiene ventajas y desventajas frente al concepto de equidad/ inequidad, que es el privilegiado en las sociedades tribales y que es el modelo lógico privilegiado de todas las relaciones en esas sociedades. El bien y el mal en cambio, son valores perspectivistas y subjetivos, - algo es bueno/malo para mi, ahora, desde esta perspectiva. Según la perspectiva eso puede cambiar. Eso hace del bien y del mal una apreciación bastante subjetiva. La aplicación de equidad es más objetiva, aunque en sociedades con economías de intercambio de bienes sin moneda o medio de intercambio haya que recurrir a medios de intercambio simbólicos, como la sangre que une a humanos y animales. La equidad regula las relaciones entre individuos, entre grupos familiares y entre grupos sociales como las unidades tribales, pero también entre la sociedad y medio ambiente, entre humanos y divinidades.

El perseguir la equidad  ofrece distintas opciones. Puede proponerse una equidad muy estricta y otra más benevolente, más tolerante y menos estricta y eso da por resultados sociedades tensas y laxas. Eso caracteriza a los pueblos: o son tensos y tienen fuertes prohibiciones y castigos terribles o son laxos, y entonces son sociedades permisibles, con prohibiciones débiles y castigos leves. Cabe entonces evaluar los distintos valores y medir las consecuencias de su aplicación y también moldear la sociedad que deseamos.

En el libro The fierce people, Napoleón A. Chagnon mostró un pueblo, los yanomami de la frontera entre Venezuela y Brasil, que tienen una moral inversa a la judeo-cristiana: promueven el mal y alaban la violencia. Y eso parece una sociedad imposible, pero no lo es. Y es que ser violento, hacer la guerra, pegar a la propia madre, etc. cuesta mucha energía y hay que vencer barreras. Es decir, cuando van a la guerra, después de darse valor con días de cantos y danzas, resulta que les da diarrea de miedo, un ataque de malaria o simplemente se dan cuenta que ya quedan tan pocos que no pueden hacer el ataque y se regresan.

Pueda que Chagnon haya exagerado el caso, pero resulta interesante seguir la lógica de esta posibilidad, porque demuestra la lógica del bien y el mal. Así perseguir el mal y eliminar el bien es tan imposible como perseguir el bien y eliminar el mal en términos absolutos. Recordamos entonces que otra idea es buscar la armonía entre el bien y el mal y que el número de actos buenos y malos se equilibren en la balanza como ideal de vida. Eso, al menos parece algo más realista.

Como vemos, es posible entonces hacer una evaluación de las distintas éticas y de los conceptos en que se basan, y esa evaluación tiene como marco el aporte de cada concepto a la conducción y a la coherencia social, cuyo resultado es la convivencia.

En conclusión, sí tenemos criterios con los cuales medir las distintas éticas que se derivan de la aplicación unilateral de los conceptos cotidianos, y esos criterios son interculturales.

Fuente: Enmaracando Nro 10. Boletín electrónico. Escuela Nacional de Conciliación Extrajudicial

Ver también:
Es fácil acabar con la pobreza sis se tiene voluntad
http://ensayosamazonicos.blogspot.com/2009/04/es-facil-acabar-con-la-pobreza-sis-e.html