domingo, 29 de noviembre de 2009

Amazonía: el precio del cuidado

Por Mirko Lauer


La cumbre de países amazónicos acaba de terminar con un mensaje que es bueno a primera vista, pero que a segunda vista revela algunos bemoles. Los países ricos deben ayudar a financiar la conservación de la Amazonía, se ha dicho. Pero es un reclamo que de ser escuchado podría venir con una complicada factura.

Desde por lo menos los años 40 hay una corriente en el hemisferio norte para la cual la Amazonía, con sus 2/3 de los bosques tropicales del planeta, debería estar bajo alguna forma de supervisión mundial. La idea ha sido más o menos que la zona es demasiado importante para dejarla solo en manos de los países que ocupan el recurso.

El planteamiento, de clara entraña colonialista, no prosperó. En parte porque los países amazónicos no tenían la capacidad de afectar significativamente el ecosistema, y en parte porque los intereses económicos prefirieron tratar solo con estados tercermundistas. Pero desde entonces la preocupación ambientalista ha avanzado en el mundo.

Los países amazónicos y las empresas han incrementado su capacidad de afectar el ecosistema amazónico. Esta cumbre de Manaos marca el reconocimiento de este hecho, y le suma una cierta conciencia de que la tarea supera los recursos de la región. Además de que nadie ha expresado cómo sería ese salvataje amazónico deseado.

Pero podemos imaginarlo, por ejemplo en la forma de un veto internacional a las actividades negativas en la Amazonía, hoy prácticamente todas: petróleo, gas, minas, cultivos depredadores como la coca, o carreteras. Financiar la conservación de ese ambiente significaría sustituirse a los ingresos provenientes de esas actividades.

Pero además ello inevitablemente significaría una erosión de soberanía, justo lo que significativa y sintomáticamente la cumbre de Manaos declara no desear. Sería paradójico que el naciente Unasur pusiera en manos ajenas una parte de sus más importante decisiones, pues a eso equivale pedir y aceptar la tutela financiada.

¿Pero están los países amazónicos en condiciones de cautelar este valioso patrimonio de la humanidad? Allí hay importantes reservas y parques nacionales como testimonio de una intención. Pero el imperativo de volver a la Amazonía lucrativa ya tiene más de un siglo demostrando una fuerza enorme. ¿Quién podría atajarlo?

El compromiso del presidente brasileño Luis Inácio Lula da Silva de acudir a la cumbre de Copenhague sugiere que Brasil, el país amazónico por excelencia, tiene una sincera preocupación. Bien entendida y tratada, la Amazonía puede ser en este siglo un activo, y un tema de importante confluencia sudamericana. Dr. García, visite Copenhague.

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